Servicios de comprobación de la calidad del aire comprimido
Motivos por los que la calidad del aire es importante
Muchas empresas que utilizan aire comprimido deben cumplir determinadas normas de calidad del aire. Dependiendo de la aplicación, esas normas pueden ser más o menos estrictas. Por ejemplo, el aire tiene que ser muy puro si va a entrar en contacto con productos que posteriormente consuman los clientes finales, como alimentos, bebidas o medicamentos.
Conocer estas normas de calidad del aire y cumplirlas no es solo una de las principales responsabilidades de cualquier empresa que trabaje con aire comprimido, sino que también tiene sentido desde el punto de vista fiscal.
Por un lado, si la calidad del aire no cumple los umbrales requeridos, las consecuencias pueden salir caras. Una humedad excesiva, por ejemplo, puede provocar corrosión, que puede dañar el equipo y provocar paradas de la planta. También puede dar lugar a la proliferación de microorganismos que, al igual que el aceite en el aire comprimido, pueden estropear los productos finales, perjudicar a los consumidores y requerir costosas retiradas de productos.
Por otro lado, tratar excesiva e innecesariamente el aire también puede perjudicar a la empresa. El aire limpio tiene su coste, tanto en términos de los equipos que se necesitan como de la energía que consumen. Entonces, ¿cómo se puede lograr el equilibrio adecuado?
Determinación de la calidad del aire comprimido según las normas
La calidad del aire utilizado en muchas aplicaciones de aire comprimido es muy importante. No solo protege el sistema de aire comprimido y cualquier equipo en el que se utilice después, sino también los productos finales con los que el aire entra en contacto.
No existen reglamentos ni directrices vinculantes que especifiquen el nivel de pureza que necesita cada tipo de aplicación. Existen algunas directrices no vinculantes, por lo que al final es responsabilidad del encargado de la aplicación hacer un análisis de riesgos y decidir cuál es la pureza del aire comprimido que necesita.
La ISO 8573-1 es la norma generalmente aceptada en el sector. Define las clases de pureza en relación con tres tipos principales de contaminantes: partículas, humedad y aceite (compuestos orgánicos volátiles) y, por lo tanto, ofrece una definición coherente de las diferentes clases de calidad del aire comprimido.
Si, por ejemplo, el aire debe tener una calidad de Clase 1 en cuanto a partículas, no puede contener más de 20.000 partes de 0,1 a 0,5 micras, 400 partes de 0,5 a 1,0 micras o 10 partes de 1 a 5 micras por metro cúbico de aire.
Una vez que el encargado de la aplicación ha definido la clase de calidad del aire comprimido necesaria, inmediatamente se tiene que enfrentar a un nuevo problema: cómo garantizar el cumplimiento de esa calidad del aire (ya que el incumplimiento puede tener costosas y dolorosas consecuencias).
No se trata de medir y contar todas las partículas bajo un microscopio en el ejemplo que hemos visto.
Y garantizar el cumplimiento de la calidad del aire comprimido necesaria no solo es importante en el momento de la puesta en marcha o después de una operación de mantenimiento. Puede ser que se alcance la clase 0 o 1 en una instalación nueva, o justo después de sustituir los filtros. Pero los filtros pierden eficacia con el tiempo y algunos problemas de la instalación también pueden provocar un deterioro de la calidad del aire.
Por eso es absolutamente necesario controlar la calidad del aire a lo largo del tiempo. En función del riesgo evaluado (en el análisis de riesgos), la calidad del aire se puede comprobar periódicamente (auditorías de calidad del aire) o de forma continua. Huelga decir que cuanto mayor sea el riesgo calculado, más sentido tendrá elegir la supervisión continua.
De lo contrario, aunque se esfuerce al máximo, podría encontrarse en la desagradable situación de no alcanzar la calidad del aire requerida para su aplicación. Este incumplimiento podría conllevar la parada de las líneas de producción, productos que deben desecharse e incluso retiradas de productos o reclamaciones de responsabilidad de los clientes.
Cumplimiento de las normas mediante servicios de comprobación de la calidad del aire comprimido
Todo comienza con el análisis del sistema actual para identificar las posibilidades de optimización. Por ejemplo, puede que su compresor esté instalado en un lugar con temperaturas muy altas, con una elevada humedad o con mucho polvo. Si es así, los contaminantes acabarían entrando en el aire y tendría que filtrarlos de nuevo más adelante en el proceso.
Realizar una auditoría completa de su sistema de aire comprimido no solo le ayuda a determinar la calidad de aire que necesita y a cumplir mejor las normas aplicables, sino que también aumenta la fiabilidad y la eficacia general de su sistema, lo cual también supone un ahorro de costes.
Es importante tener en cuenta que no se trata de un proceso que se realiza una sola vez. La supervisión y el análisis periódico del sistema y de su rendimiento deben formar parte de su rutina para que, a la larga, puedan traducirse en ahorros.