La presión de trabajo de una instalación viene determinada por todos los equipos de aire comprimido que forman parte de la instalación. La presión de trabajo correcta no sólo depende del compresor, sino también del diseño del sistema de aire comprimido, incluidas tuberías, válvulas, secadores, filtros, etc.
Diferentes tipos de equipos pueden requerir una presión diferente en el mismo sistema. Normalmente, la presión más alta determina la presión de instalación necesaria, y los demás equipos se equipan con válvulas reductoras en el punto de consumo. Dado que este método puede resultar antieconómico, una solución es la instalación de un compresor independiente para necesidades especiales.
También hay que tener en cuenta que la pérdida de carga aumenta rápidamente al aumentar el caudal. Si cabe esperar un cambio en el consumo, los usuarios de la red deberían plantearse ajustar la instalación a estas condiciones con antelación.
Los filtros, especialmente los de polvo, tienen una baja caída de presión inicial. Sin embargo, con el tiempo se obstruyen y hay que sustituirlos. Esto será un factor en el cálculo. La regulación del caudal del compresor también provoca variaciones de presión y debe incluirse en la evaluación.
Principalmente, es el punto final de uso, junto con la caída de presión entre el compresor y el consumidor, lo que determina la presión que el compresor necesita producir. Sumando la caída de presión en el sistema, se puede determinar la presión de trabajo.
Un aumento de la presión de trabajo de 1 bar incrementa los costes energéticos en un 7% aproximadamente. Por lo tanto, es importante seleccionar la presión de trabajo correcta del compresor para crear una instalación que funcione eficazmente.
El siguiente ejemplo ofrece algunas orientaciones para evaluar el requisito de presión correcto para un compresor de velocidad fija: