En el moldeo por inyección clásico, al inyectar el polímero fundido en el molde, se van a originar fricciones dentro del polímero y como resultado, ciertas áreas de este polímero se van a encontrar a una temperatura muy alta, dando como resultado los llamados puntos calientes.
En estos puntos calientes, el polímero se va a degradar, sus cadenas moleculares se van a acortar, lo que significa que estas zonas se van a quemar más rápidamente.
En definitiva, cuando estas partes del polímero degradado lleguen al molde, van a reaccionar con el oxígeno presente, haciendo que estas zonas se quemen y se vuelvan negras rápidamente.
Esto puede resultar en manchas negras en el producto que se forma en el molde, ocasionando problemas de calidad.
Con la tecnología GAIM, al utilizar un gas inerte como es el nitrógeno en el proceso de inyección, expulsamos el oxígeno presente en el molde y evitamos estos problemas de calidad.
Adicionalmente tenemos otras ventajas derivadas de la presión a la que inyectamos este gas nitrógeno como son:
- mejor penetración,
- ciclos más cortos,
- reducción de fuerza de compresión,
- reducción de tensión residual en el producto final,
- …
Tanto el dióxido de carbono como el nitrógeno son dos tipos de gases inertes que se utilizan ampliamente para el GAIM.
Aunque la capacidad calorífica del CO2 es mayor, lo que ayuda a la fase de enfriamiento, el uso del nitrógeno es más habitual debido a su mayor disponibilidad y a que es mucho más económico que el CO2.